A MI TATA MARGARITA QUE EMPRENDIÓ SU VIAJE
A LA LUZ ETERNA HACE UN CUARTO DE SIGLO,
EL 12 DE OCTUBRE DE 1991, ESPERÁNDOSE A
QUE CONCLUYERA MI CUMPLEAÑOS.
por Javier Oteka
Mi Tata Margarita me contaba que cuando era pequeñita, su padre tuvo que esconderla junto a sus hermanos durante los días en que ocurrió la Decena Trágica en la capital de México, entre el 9 y el 18 de febrero de 1913. Era muy peligroso andar por la calle, de modo que mis bisabuelos usaron como refugio una especie de sótano en su casa.
Mi bisabuelo Eduardo Novoa |
—Oiga don Eduardo, es usted todo un valiente, debió irse con el presidente.
Pero mi bisabuelo era un patriota y enfrentó los hechos. Su valentía y enorme experiencia como abogado le sería reconocida y hasta llegaría a ser diputado.
Mientras pasaban esos diez días y la familia estaba guarecida, mi Tata llegó a padecer hambre. Jamás olvidaré lo que me contó y sobre todo sus ojos, como si aquello estuviera viéndolo de nuevo. De pronto, sobre la mesa descubrió que había una generosa rebanada de queso. La saboreó tanto con su maravillosa imaginación, hasta que ya no pudo más y se acercó a ella, para cortarse un padacito.
Cuál fue su sorpresa que al aproximarse, la rebanada se le desvaneció entre los dedos. Había sido sólo una ilusión óptica dibujada por el rayo de luz que se filtraba apenas por una ventana.
Con mi Tata Margarita Novoa Roumagnac Vda. de Kelly + |