domingo, 17 de octubre de 2010

ALEGORÍAS METAFÍLMICAS DE «Eva» LA CIEGA Y «Adán» EL SORDOMUDO

por Javier OTK

(Conclusión del Postguión de la película Alegorías de la Ciega y el Sordomudo”, dirigida por Oteka. El Postguión fue publicado en el 2010 por Ediciones Sergio Romántico y Oteka & Cía.):


Mas la curiosidad del hombre
se infló con tal desmesura que,
de haber sido en principio sana,
por la serpiente cayó en tentación:
El cinéfilo —como Adán— quiso conocer
si la Ciega fue o no fue violada.

Como el Sordomudo, el cinéfilo probó el fruto
de ese árbol que Yahvé prohibió a Adán.
Y el corazón del fruto al río lo lanzó.

“Del Edén salía un río
que regaba todo el jardín”. (
Gn. 2, 10).

Al caer el resto del fruto
sobre el flujo de agua,
ésta pareció alterarse,
por un instante,
profetizando con ello
el peligro que se venía:
Un carrizo en forma de flauta
apareció flotando en el río…

Y el Sordomudo quiso conocer.
Fue probado en su libertad
y se arriesgó a coger el carrizo.
—Entonces la cámara se accidentó en el río—
y la imagen del filme se congeló,
con un acercamiento de la mano y el carrizo
en una foto fija por segunda vez se congeló.

Ese carrizo era la clave, la llave
para abrir la puerta al conocimiento…
un conocimiento profundo, moral,
de naturaleza humana, para que
la Ciega y el Sordomudo,
dramáticamente, se enfrentaran
para bien o para mal.

“Entonces Yahvé hizo caer
un profundo sueño sobre el hombre,
el cual se durmió”.
(Gn. 2, 21).

Y al despertar,
el Sordomudo se percató
no sólo de la mujer
“hueso de mis huesos y
carne de mi carne”
(Gn. 2, 23),
sino, ante todo,
de que había conocido…
Se le había revelado
la clave del trauma de la Ciega.
Por eso, temiendo,
aventó lejos el carrizo
como el corazón del fruto ingerido.

Pero aquel carrizo ya tenía una misión:
caer junto al árbol del bosque,
equivalente más no semejante al del jardín,
como los dos árboles del Edén,
el del conocimiento y el de la Vida…
Árbol, también,
signo del padre ausente,
y del hombre que lo sucedía.
Y más que todo, árbol del Padre
que prometió la Vida a Adán
y que ahora el Sordomudo,
a cambio de conocimiento,
en gran riesgo la puso…

…como aquel conocimiento que
en El Séptimo Sello de Bergman,
el cruzado Antonius Block
a la Muerte exigía,
quien disfrazada de monje tras el claustro,
convertida en el propio Diablo engañaba.

Pero, ¡oh luz, oh sombra, oh diablo!,
como en el primer intento
la cópula no se pudo consumar,
el Sordomudo invitó a la Ciega
a desenterrar el carrizo…
Con éste, ella le mostró a su amado
la forma en que fue violado su cuerpo.
¿Pero una violación, al fin y al cabo,
a su cuerpo o a su psique?
¿Acaso importa?
¿No trauma igual a los ojos, y al alma,
el ver que una usurpadora, con perversidad,
del objeto del deseo se apropia?

Como diría Carl Gustav Jung,
al acuñar el “complejo de Electra”,
cuando la niña termina de madurar
para convertirse en mujer,
al fin asume su traumática derrota
y con el amor del amado comulga,
ayudándola a sanar
y a comenzar una vida nueva…

…cumpliéndose así la misión
de reconciliarse ambos hacia lo alto,
más allá del árbol absolutamente blanco
en virtud del omnisciente contraluz.

Y como afirma el Apocalipsis (22, 1-5):

Luego (uno de los siete Ángeles)
me mostró el río de agua de Vida,
brillante como el cristal,
que brotaba del trono de Dios y del Cordero.
En medio de la plaza, a una y otra margen del río,
hay árboles de Vida, que dan fruto doce veces,
una vez cada mes, y sus hojas sirven
de medicina para los gentiles.
Y no habrá ya maldición alguna;
El trono de Dios y del Cordero estará en la ciudad
y los siervos de Dios le darán culto.
Verán su rostro y llevarán su nombre en la frente.
Noche ya no habrá; no tienen necesidad de luz
de lámpara ni de luz del sol,
porque el Señor Dios los alumbrará
y por los siglos de los siglos amarán.