miércoles, 6 de octubre de 2010

METAFÍLMICA DE OTEKA (10) - Cortometraje del éxtasis de los comulgantes

por Javier OTK

Brigitte, por fin, ha regresado de su viaje a Chiapas. Por más que lo intentaron, ella, sus amigas y amigos no encontraron un terreno en el cual construir una casita para vivir en comunidad. En el país ya todas las tierras han sido repartidas y a los nuevos pobres que no las pueden comprar, ni rentar, ni las quieren invadir, sólo les queda peregrinar, sin cartujas ni monasterios, por los caminos comunes… aunque nadie les dé limosna por dejar escritas las huellas de su sacrificio…

Voz en off:

A lo que recordaba Juan Pablo II, de que sobre toda propiedad privada grava una hipoteca social, podríamos añadir: ¡cuánto más gravará sobre la vía pública!

Corte a:

Brigitte, lejos de desanimarse, ha encontrado un nuevo sentido a su vida. Su fe se ha fortalecido, ya no la asalta aquel sentimiento de orfandad, y ha encontrado alegría, libre de cargas, vive cada instante de su vida como si fuera el único que le queda… amando, siempre amando. No sabe si algún día reunirá los fondos para hacer su película. Lo que sí espera es conservar su beca para seguir aprendiendo.

Corte a:

El maestro de Metafílmica, sumergido en el oleaje de la mirada de su amada discípula, vuelve a musitarle que la belleza es el valor o cualidad esencial de los seres y las cosas capaces de transparentar —sensible y/o inteligiblemente— el bien y la verdad que hay en ellos.

Brigitte:

— ¿Esto quiere decir —le murmura la chica ojiverde— que la belleza es un valor o cualidad objetiva del ser o la cosa, y no depende en lo absoluto de la subjetividad de quien la percibe o deja de percibirla?

El maestro de Metafílmica:

— Buenísima pregunta, querida Brigitte, en un mundo tan relativista, porque en efecto hay quienes dirigiendo sus ojos y sus oídos hacia la belleza, no la ven ni la escuchan. Esto se debe a que la subjetividad de esos perceptores, por múltiples razones, se los impide.

Brigitte:

— ¡Ah!, ya voy comprendiendo. ¿¡Esto podría llegar a derrumbar el mito de que “en gustos se rompen géneros”!?

El maestro:

— Quizá algún día sí, Brigitte. La belleza, como valor o cualidad objetiva de los seres y las cosas que la poseen, llegará a ser reconocida por todos, aunque algunos, ejercitando su libertad, opten por rechazarla.

Brigitte:

— Entonces, cuando cierta gente no reconoce ni gusta de la belleza que existe en ciertos seres y cosas, no significa, obviamente, que la belleza no exista ahí, en forma objetiva, sino que las funciones receptivas de su alma y sus sentidos están incapacitados, ya sea por cuestiones educativas, ideológicas o ¿podría ser por falta de fe… o por la acción obnubiladora del demonio?

El maestro:

— Desde luego, ¿pero podrías cabalgar más despacio? ¿Por qué te apresuras con semejantes saltos cuánticos?

Brigitte:

— Perdona, es que estoy imaginando el momento en que el velo del templo se rasga y la Belleza se muestra tal como es… pero es tan intensa su Luz que nos enceguece… nuestros ojos, tan humanos como son ahora, aún no logran verla tal cual es… ¿Cómo será el rostro de Dios?... Cuando lleguemos a vérselo, si es que llegamos, ¿cada quien percibirá el mismo rostro?… ¿O acaso veremos caras tan distintas como muestra la incontable iconografía del Padre y del Hijo que imaginan, pintan y filman los artistas?

El maestro:

— Sigues saltando, rebotando como onda y partícula de luz.

Brigitte:

— Es que no puedo coger, como tú, la filosofía con la huevez de la lógica… estoy más hecha para intuir, escanear y formarme imágenes inmediatas, aunque demasiado pixeladas…

El maestro:

— Exacto, Brigitte, esa es una forma muy actual de definir las precipitaciones, agitaciones y vaivenes de tu digitalidad.

Brigitte:

— Creo que la Belleza, aunque objetiva, se nos revela aún en forma incompleta, cubierta por un velo de misterio… ¡Eso sí, un misterio que es, objetiva y subjetivamente, extasiante!

El maestro:

— Como tus ojos, Brigitte, como tus ojos… que son, a la vez, cámaras y proyectores de belleza.

Corte a:

— El oleaje de la mirada de Brigitte, recuperándose de su reciente cresta, va disolviéndose en la tranquila superficie de un lago transparente… Oteka, entonces, puede mirar hacia el fondo de sus ojos y recordar el momento en que Luminita y Rayo [1], atendiendo las indicaciones de la Voz inte-rior que ambos escuchan, levantan una enorme roca y la avientan hacia el centro del lago. Conforme la roca se sumerge, van apareciendo, en la superficie, ondas en forma de círculos concéntricos, desde el centro hasta la orilla del lago… Y esa Voz, de timbre masculino y profundo, de un padre lleno de ternura, les dice que Él es como esa roca firme que está en lo profundo, y que las ondas que emana les quieren decir que los ama…

Brigitte (interrumpiendo a Oteka en sus ensueños, le exhibe toda su desnudez):

— ¿Y tú, Oteka, me amas?

Oteka:

— ¡Cómo no voy a amarte, Luminita… Beauty [2]… Brigitte!... Siempre he tenido sed de ti. ¿¡Qué sería de mí, si no amara la belleza!?

Brigitte (colocándose cuerpo a cuerpo, lo reta):

— Pero a mí, a mí en lo personal, ¿me amas, Oteka?

Oteka:

— ¿A ti… mujer de carne y hueso… a ti, Eva, a quien di el nombre de Brigitte?

Brigitte:

— Sí, a mí, a este ser que según tú es bello porque, despojado de toda vestidura, en su natural desnudez, es capaz de trasparentar el bien y la verdad… ¿me amas a mí, Oteka?... ¿o sólo soy para ti un símbolo, o la arcilla que modelas como un Pigmalión... o acaso el producto artesanal del barro o una de tus costillas… o como si le creyeses al tentador que no somos artífices, sino creadores, y que seremos como dioses?

Oteka:

— ¡Oh no, Eva, no caigas en su juego, no me entregues tu belleza como un instrumento del demonio!… ¡Por Dios, Brigitte, te amo, con todo mi corazón, por todo lo que eres y representas!… Y es necesario que sepas que, antes de llamarte Brigitte, ya te conocía y te amaba…

Brigitte:

— ¿Quieres decir que siempre me has amado por lo que soy y no por lo que quisieras que fuera?

Oteka:

— Tú bien sabes que, si no te amara por ambas razones, amada mía, ¿cómo podría justificar el que haya sido tu maestro?

Brigitte:

— Calla ya, maestro mío, déjame que perfume tu cuerpo con la valiosa esencia que he rociado sobre mis dorados y rizados cabellos… ¡y sigue haciéndome el amor! Házmelo por siempre, no pares jamás.

Oteka:

— Espero que así sea, mientras sigamos peregrinando por la fugacidad de nuestros caminos comunes, aprendiendo a cantar los nuevos cantares y, sobre todo, a comulgar, amada belleza mía…

Corte a:

El blanco tálamo de los comulgantes va siendo inflamado por tal resplandor que, si los excitados y extasiados cinéfilos no dejan de mirar la pantalla, corren el peligro de enceguecer…

Voz en off:

Así concluye la secuencia de cortometrajes o capítulos del decálogo de Brigitte… La cámara de la Metafílmica podría continuar filmando, si Oteka reencuentra la luz de un nuevo amanecer, y si la conspiración carga su cámara con otro rollo.



NOTAS:

[1]: Luminita y Rayo son los niños protagonistas de “El Mensaje de la Estrella”, primer largometraje en multimedia que se produce a nivel mundial, dirigido por Oteka.

[2]: Beauty es la joven protagonista del guión fílmico de Oteka y de Sergio Román, titulado “La belleza es gratis”.


AVANZA A: