miércoles, 13 de octubre de 2010

LA FARSA DEL SENTIDO HUMANO - Sinopsis de una locura cinematográfica, dramática y fársica, sinfónica y dancística

por Oteka
(5-julio-1998)

SECUENCIA I

Una Imagen Creadora y
Aparentemente Aterradora del Padre

El hombre alto, fuerte, tierno, alegre, imprevisible, de cabellera canosa y larga, vestido con larga túnica blanca, juega con un niño feliz. Están en un valle verde, lleno de flores de todos los colores, con dos grandes árboles de durazno al centro del valle, y con las nubes del cielo rozando el pasto. Ambos corren y ríen con libertad.

El hombre, después de terminar de morder su durazno, lanza al niño una pelota. Él la recibe y la lanza con la mano hacia el fondo de la cúpula celeste. Al volar se convierte en una estrella de luz, hasta que llega a una posición central. Ambos observan la hazaña y se gozan.

Vuelven a lanzar, de modos distintos, diferentes objetos, hasta ver concluida la creación de la cúpula del cosmos... Las últimas pelotas que lanza el niño son la luna y el sol; las patea como un inexperto delantero de fútbol hacia direcciones opuestas.

El gran hombre lo mira sin aprobar la acción; pero finalmente le sonríe y le extiende los brazos. El niño corre hacia su padre, pero éste se desvanece mientras el niño atraviesa el aura de su padre. El niño se comienza a desesperar pues al parecer el padre ha desaparecido.

— ¿Dónde estás?, ¿acaso no apruebas mi manera de jugar fútbol?

De pronto escucha unas risas y con la mirada vuelve a encontrar a su padre. El niño enjuga sus lágrimas y corre hasta su padre. Éste lo abraza, lo carga y le dice:

— ¿Creías que te había abandonado?

— No Abá, como aún no existe hecho alguno en la historia que me incline a pensar en semejante idea de abandono, más bien quise creer que te estabas divirtiendo conmigo.

— ¡Éste es mi hijo, qué seguro me siento del amor que me profesas!

Pasa volando cerca de ellos una paloma blanca. Se posa sobre el hombro del padre. El niño exclama:

— ¡Qué felices somos los tres!

— Es verdad -afirma el padre-, aunque sería bueno que comenzáramos a compartir más esta fuente de eterna felicidad... como que a veces lo eterno me aburre un poquito.

— ¿A quién se la quieres compartir, papá? ¿No es ya suficiente con nosotros?

— Sí lo es, pero tengo tantos proyectos... ¡Imagínate que creara a muchísmas personas a mi imagen y semejanza para compartirles todo esto y completar una liga de equipos de fútbol!

— ¿Sabes?, yo que soy tu primogénito, siempre he admirado tu poder y creatividad, pero ¿por qué quieres tener más hijos?... Claro, como yo soy pésimo para el fútbol... Está bien, si ese es tu plan, yo estaré dispuesto sufrir, incluso hasta morir con tal de que seas plenamente feliz.

El padre toma a su hijo fuertemente, lo mira a los ojos, observa en su brillo un reflejo prospectivo y trágico de la historia humana, y no puede evitar que rueden algunas lágrimas por sus ojos. Lo abraza fuertemente.

Para no dejar que el llanto se apodere de su padre, el niño comienza a sonreír. Padre e hijo ríen felices y, con la paloma volando junto a ellos, se retiran hacia el fondo del valle cósmico.


SECUENCIA II
El Primer Descubrimiento
de la Naturaleza Humana

Un joven hermoso, de varonil cuerpo desnudo, se pasea por el valle-cosmos. Patea aburrido una bola de ramas y hojas secas. Se sienta y mira a los animales que se aman cerca de él.

De pronto se recuesta y suspira. Mirando a lo alto suplica:

— ¡Como que algo me falta!

Cuando está a punto de quedarse dormido, una muy joven mujer, de largos cabellos dorados-rojizos-rizados, comienza a emerger desde las aguas del lago. Abre sus enormes ojos verdes y suspicaces. Allá al fondo, descubre con la mirada al varón y sin perder mucho tiempo admirándolo, le grita:

— Hey, ven acá.

El joven la descubre y corre hacia ella. Al llegar a la orilla del lago, la belleza de la chica lo paraliza. No puede creer lo que observa.

— Vamos Adán —le dice ella—, acércate.

Titubeando, Adán le contesta:

— Es que no sé nadar.

Ella, seductoramente, saca medio cuerpo del agua y le susurra:

— No está profundo. Ven, yo te enseño.

El joven se lanza hacia ella. La toma. Se mantienen en un cálido pero corto abrazo. Se miran.... Ella le coquetea y de pronto se suelta; comienza a nadar hacia el centro del lago. El joven la mira y trata de nadar hacia ella, pero la chica es más veloz. Ella voltea para decirle:

— No temas, hazlo como yo. Verás qué fácil es.

El joven lo intenta, con trabajos llega hasta la chica. Se ríen, se abrazan, juegan, se sumergen y, con toda naturalidad comienzan a aprender a relacionar sus cuerpos.


SECUENCIA III


La Ambición Satánica de Luzbel

Todo lo creado estaba resultando perfecto; pero el Ángel de la Perfección quiso comenzar su anti-creación: la de rescatar el caos.


SECUENCIA IV

Cuando en la Cultura Humana
se Posiciona la Noción de Pecado

La chica de larga cabellera dorado-rojiza-rizada, camina desnuda hacia uno de los árboles de durazno al centro del valle-cosmos.

Mira los frutos con antojo. La voz de una serpiente, emulando el diálogo bíblico, la invita a que suba y a que pruebe. Ella mira a la serpiente y su forma la seduce. Se relaciona físicamente con ella hasta darse cuenta de lo que le hace falta.

A lo lejos está el joven. Ella lo mira a distancia, a contraluz. Admira su varonil cuerpo. Mira su pene y mira a la serpiente. Lo imagina erecto, con todo su poder, alternando su mirada hacia la persuasiva danza del reptil que lo imita.

Para seducir al varón, la chica baja del árbol. Ejecuta una danza aprovechando todo el espacio y todos sus recursos incontenibles. Se aleja y se acerca. Cuando el joven ha descubierto en sí la excitación, se acerca a la joven. Ella se acerca cada vez más al árbol.

El joven no puede ocultar que la desea fervientemente y, dentro del anaranjado contraluz del atardecer, ella lo invita, separándose y acercándose al árbol que el joven parece temer.

La chica se sube a las ramas, se convierte simbólicamente en uno de sus frutos. Su suave piel de durazno lo denota. Extiende sus brazos hacia el joven, quien se acerca.

Él la mira, admira su piel frutal en las partes más intimas de su joven cuerpo: en sus nalgas, sus muslos y su bajo vientre. Ella continúa, ahora más suavemente, con la danza erótica que la autoalimenta a la vez que la ofrece.

— Anda, ven, soy toda para ti, ¡cómeme!

El joven la toma, la arranca del árbol y se hacen suyos. Se van consumiendo a gemidos hasta agotarse el movimiento sinfónico y los jugos de su mutua pasión.

Al concluir su entrega, una luz enceguecedora los hace voltear hacia el origen de ésta, fuera de cámara. Sus rostros se empiezan a apoderar de pánico. Se miran y, avergonzándose de sus cuerpos, los cubren con ramas que recogen del piso. Sintiendo que la intensa luz los lanza de este paradisíaco lugar, se van alejando con el peso terrorífico de una culpa que jamás habían experimentado.

De espaldas entra a cuadro el hombre alto, fuerte, tierno, alegre, imprevisible, de cabellera canosa y larga, vestido con larga túnica blanca.

Alzando su brazo, dice en dirección hacia ellos:

— No se vayan, no teman. Yo sólo quería decirles que es terrible esta tragedia que me han escrito. Yo no soy del todo tal como las imágenes que habrán de plasmar algunos artistas que recibirán su paga de algunos pseudojerarcas que se colarán al Vaticano... Yo Soy El Que Soy... Los amo con todo mi Ser... Se van porque quieren... porque son libres... como yo...

Pero los jóvenes no se atreven a voltear ni a detener su trágica fuga.

El gran hombre, camina de regreso, de espaldas, y diciendo para sí, en tono de nostálgica y humorística sabiduría:

— ... sí, se van porque les he regalado la libertad... aunque podrían ser más felices si renunciaran a ese regalito... Aquí les podría dar tantos otros y mejores...


SECUENCIA V
El Padre, El Hijo y El Espíritu
Una Triple Alianza
del Más Complejo y Sublime Amor
con María: La Mujer-Humanidad

Aquí se despeja la incógnita del triple amor un Dios único con la Mujer-Humanidad.

Una mujer es elegida para ser, a la vez, Hija, Esposa y Madre del Dios Único. ¿Habíase visto antes tan compleja relación?

Detengámonos a reflexionar un momento en esa fascinante relación: Una mujer es a la vez, Hija, Esposa y Madre de Dios.

Dios la ama como Hija.
Dios la ama como Esposa.
Dios la ama como Madre.

Y todos esos amores, derramados sobre una persona humana.

Sólo se entiende este Amor, si se simboliza como el amor a la humanidad... Pero, más que un símbolo, se trata de un amor único, personal, profesado a una Mujer en particular, a una Virgen, a una mujer histórica, concreta y pura...


SECUENCIA VI
La Familia Humana de
Jesús, María, José, los Apóstoles,
los Niños, los Mártires, los Enfermos,
las Prostitutas, los Ladrones
y la Raza de toda clase de Víboras
que llevan a Jesús a la locura de la cruz

Los unos fueron hijos del Amor y los otros, a quienes los engendró la noción de culpa heredada por sus padres, el mensaje les aterró y no pudieron más que reaccionar con odio. Unos se apartaron, otros se quedaron en la Antigua Ley, otros trascendieron al Amor, algunos otros se quedaron en los dogmas y el oscurantismo, otros comprendieron y vivieron la nueva Ley del Amor. Unos morirán y los otros jamás morirán... Y todos serán rescatados por Aquel que ya pagó con el alto y loquísimo precio de tener que sufrir y morir por amor.


SECUENCIA VII
La Meta-Apocalíptica
Conversión de Luzbel
y el Gran Partido de Fútbol

El Niño ha aprendido a jugar fútbol. Comienza el partido contra Luzbel y sus huestes. Se ven y escuchan las porras de los seguidores del Niño; de cuatro jinetes que sobre sus equinos corren velozmente en torno de la cancha. Las plagas emergen del fondo del pasto y son aplastadas por los zapatos de tacos durante el partido, y hasta las bestias surgen por detrás de las paredes para emitir sus disgustadas lenguas de fuego.

El Niño se convierte en el orgullo de su Padre cuando en el partido final derrota al campeón Luzbel. Éste, con la cola entre las patas, renuncia a la dirección general de su selección y pide perdón al Padre del Niño...

Queda fuera de cuadro la reacción del Padre del Niño, pero se escucha su voz sobre el acercamiento al rostro de Luzbel:

- Todavía no hemos hablado los Tres sobre lo que vamos a hacer contigo. Por lo pronto vamos a recontratar a tus jugadores... Ya veremos después si te levantamos el castigo o te damos chance de hacer otro trabajito mediante la tentación...

Gran alegría se observa esparcida en una multitud de jugadores de fútbol que ingresan en la cancha eternamente luminosa del Valle-Cosmos...

Sin embargo, al Padre del Niño esto parece no dejarlo plenamente satisfecho.

De pronto, el Padre del Niño se voltea hacia Luzbel quien se estaba retirando de espaldas con la cabeza mirando al piso. Le grita en tono que parece de perdón:

— Hey, tú... Como que ya me estoy aburriendo. Ándale, ven acá.

Luzbel voltea y parece no poder creer la nueva oportunidad que se le presenta. Su cara se llena de alegría, se lleva a la boca una trompeta de porrista y la toca con la misma y cornuda euforia con la que suelen comenzar los partidos de una tal Selección Mexicana de Fútbol.