jueves, 7 de octubre de 2010

LOGOFLUJO: Un Camino Profundamente Cristiano de Expresión Estética

por Javier OTK

Dedicado, con toda humildad,
a mi amigo y pastor Karol Wojtyla.

(México, 2000).

El obstáculo cultural más importante que hoy en día impide el sano desarrollo humano, sin duda es el factor de la escisión. Éste se presenta en múltiples aspectos, lugares y tiempos, entorpeciendo que se manifieste la plenitud de la persona humana, una de cuyas principales características es precisamente su unidad indivisible.

Los errores acumulados del pasado, nos han llevado a dividirnos: al pensar, al conocer, al actuar, al comprometernos. Por ejemplo, hay hombres que manifiestan un pensamiento muy católico hacia el interior de la Iglesia o cuando están en familia, pero al estar entre laicos en el mundo, se expresan y actúan como si nunca hubiesen conocido a Dios, alterando no sólo su lenguaje, sino hasta los contenidos manifiestos de su conciencia. En ellos no sólo se hace evidente la incapacidad para conciliar lo sagrado con lo secular, sino la capacidad histriónica nata que los hace actuar con máscaras, sombreros y disfraces distintos, según la ocasión y la intención. ESTÁN DIVIDIDOS.

Las razas, las culturas, las naciones, las economías y las religiones, en vez de servir a la unidad y al desarrollo humano, en muchas ocasiones se convierten en factor de división. Ahí tenemos, como ejemplos: los católicos y los protestantes de Irlanda, los norteamericanos del petróleo y los iraquíes, los norteamericanos del neoliberalismo y los cubanos del comunismo, los millones de mexicanos en la pobreza y los muy escasos multimillonarios del mismo país, la derecha y la izquierda dentro de la Iglesia Católica, los terratenientes y los indígenas de Chiapas... ESTÁN DIVIDIDOS.

Para comprender la realidad, el hombre se ha acostumbrado a “analizarla”, dividiendo su razón entre diversas ciencias que ni siquiera alcanzan a explicar con perfección la parte de verdad que les correspondería. Cada vez hay más especializaciones y en las escuelas y universidades se imparten más materias, con lo cual los hombres se van alejando de la comprensión integral. ESTÁN DIVIDIDOS.

La virtud y la capacidad humanas han sido divididas, surgiendo así la fe y la razón. Cada una ha trazado su propio campo de acción, ha defendido su pretendida autonomía y se han alejado la una de la otra. Parecería que la persona no pudiera explicarse la realidad a la luz de la fe-razón [1], como si el Espíritu de Dios no estuviera presente a cada instante en la evolución cuántica de la materia. Sus ciencias los han alejado de la verdad a estos hombres. ESTÁN DIVIDIDOS.

Ingresando al principado del conocimiento del bien y del mal, se han separado del Reino. En ese principado de luz y tinieblas, se ha enfatizado una forma de pensar melodramática y maniquea, que parece no poder salir de la trampa que le imponen los pares-contrarios. Esto ha dado origen al método antitético de pensar. Parece que los hombres no pueden escapar de esa trampa, porque sus contradicciones, como espejos de laberinto, les dificultan avanzar y encontrar la salida. ESTÁN DIVIDIDOS.


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La comunión con nuestro Dios y nuestros hermanos es nuestro destino más anhelado. Y como el factor de división es lo contrario a la comunión, se hace necesario y urgente combatirlo.

La estrategia que tendremos que aplicar para este combate, nos impone la necesidad de utilizar las mismas armas que ha desarrollado nuestro enemigo: el factor de división, cuyas principales armas son: la departamentalización del saber y el método antitético de razonar.

En su carta encíclica “Fides et Ratio” (n. 85), Juan Pablo II escribe: "… asumiendo lo que los sumos Pontífices desde algún tiempo no dejan de enseñar y el mismo Concilio Ecuménico Vaticano II ha afirmado, deseo expresar firmemente la convicción de que el hombre es capaz de llegar a una visión unitaria y orgánica del saber. Este es uno de los cometidos que el pensamiento cristiano deberá afrontar a lo largo del próximo milenio de la era cristiana. El aspecto sectorial del saber, en la medida en que comporta un acercamiento parcial a la verdad con la consiguiente fragmentación del sentido, impide la unidad interior del hombre contemporáneo. ¿Cómo podría no preocuparse la Iglesia? Este cometido sapiencial llega a sus Pastores directamente desde el Evangelio y ellos no pueden eludir el deber de llevarlo a cabo."
Para poder llegar a nuestro destino más anhelado: la Comunión, es conveniente fijarnos algunas metas intermedias. En oposición dialéctica a las principales armas que ha usado el enemigo, nuestras metas intermedias son: la sabiduría integral (semejante al holismo), y el método de razonar y expresar que bautizaremos con el nombre de Logoflujo (fluir del Logos, Sentido o Razón).

A diferencia del método antitético de pensar (oponer dos ideas para obtener otra como "justo medio" o una síntesis relativa), lo que experimentamos en el Logoflujo es un modo sináptico de fluir; es decir, las ideas se van vinculando paso a paso, con cierta lógica, o bien, en forma vertiginosa, como a grandes saltos de tipo cuántico (en los que a veces no es fácil comprender de inmediato la lógica entre las ideas conectadas sinápticamente).

Para que en verdad la Razón (o el Logos) pueda fluir, debemos aceptar la fe-razón de que el Logos siempre ha existido y se encarnó para enseñarnos amorosamente a vivir en comunión con Él. Sólo así puede fluir la razón en nosotros, permaneciendo en comunión con el Logos, lo cual nos brinda la inconmensurable garantía de ser la Verdad la que fluye a través de nosotros. (Desde luego esta Verdad, al ser mediatizada por un lenguaje que se extiende en el tiempo, no puede manifestarse en forma completa).

El requisito esencial para que pueda producirse el Logoflujo, es introducirse a La Sexta Dimensión [2]. Ahí no podemos penetrar si sólo empleamos la razón convencional; se hace preciso dejarnos inflamar previamente por la fe. Ésta es la llave que nos permite abrir la puerta de La Sexta Dimensión, a fin de que podamos gozar de la comunión con la Verdad y de la comunicación de ésta mediante el Logoflujo.
(Esta experiencia, profundamente católica y mística, es nuestra aportación al “New Age”. Creo que a este movimiento sin fronteras, no podemos ingresar sin ejercer un pensamiento crítico, capaz de discernir. Tampoco podemos mantener una actitud únicamente combativa. Los comunicadores católicos debemos entrar a la “Nueva Era”, como también entramos al mundo; pero siendo sal, siendo levadura, siendo luz, a fin de que contribuyamos a transformar las realidades temporales, a partir de inculturar un lenguaje tan atractivo y postmoderno como el de ellos).

El Logoflujo no es un “estado alterado de conciencia”, sino un movimiento voluntario de máxima expansión, comunicación y gozo de la persona humana. Es un proceso activo de apertura y de entrega al Logos, para servirle humildemente como instrumento, y sin que la humildad implique enterrar todas nuestras capacidades y potencialidades creativas, intelectuales y emocionales que hemos recibido gratuitamente del Logos, y que en gratitud las sometemos a Su servicio.

Vivir nuestro ser en La Sexta Dimensión, y emplear el método de razonar que hemos llamado Logoflujo, significa experimentar —en el aquí y ahora— un anticipo muy cercano a lo que será la comunión eterna con nuestro Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Hay, sin embargo, una pequeña restricción: el Logoflujo se reserva a quienes hayan muerto y vuelto a nacer (ojo: que no he dicho “reencarnar”). Así que, si queremos experimentar el Logoflujo, pero no hemos muerto, pues hay que morir para renacer en nuestro hombre nuevo, como el grano de trigo que si no muere, no crece ni fruto da.

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Desearía aclarar que el Logoflujo es un camino de expresión religiosa y estética, que puede vivirse y aplicarse en diversas situaciones y con diferentes propósitos que, a la vez, tienen mucho en común.

1.- El Logoflujo como un camino de vida en el que la persona, a fin de permanecer –—desde aquí y ahora— en la continua comunión con el Logos, se ofrece ritualmente a Su servicio, en todos y cada uno de los momentos de su vida. De este modo, se funden la vida mística contemplativa y la operativa, en un vivir cristiano integral que destierra las escisiones y une la vida con la fe, la razón con la fe, la cultura con la fe, la vida religiosa con la vida productiva, la contemplación con el trabajo, la utopía con la realidad presente, en el marco de la construcción del Reino de Dios.

2.- El Logoflujo como un camino creativo para la concepción —que va más allá de la psíquica intuición [3]—, de ideas y realizaciones escritas, cinematográficas, musicales, plásticas, científicas.

El trabajo del cineasta, al igual que el de otros creativos, siempre y cuando vaya en pos de la BELLEZA, no es del todo gratis (aún para los que empleamos el método del Logoflujo). Es el trabajo más peligroso de todos, en virtud de que es un sacrificio de entrega que el cineasta debe realizar a corazón abierto, para poder trascender. Es, ni más ni menos, el proceso creativo que surge de la solidaridad religiosa y estética con la muerte y la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.

3.- El Logoflujo como un camino para la dirección de actores, en el que el actor o actriz debe permitir que el Logos mismo, o la dirección de su influjo dramático, fluya en él o ella, interna y externamente, conduciendo todo su personaje. Guiado por el director, el actor o actriz se introduce en un proceso de tipo logoterapéutico para encontrar su sentido como personaje y como persona, haciendo del proceso histriónico un camino de exorcismo, de liberación, de reconciliación y encuentro con el Logos; proceso, cuyo primer agente y destinatario es la persona humana, tanto del actor o actriz, como del director y el público.

El Logoflujo permite al hombre volar en virtud de esas dos alas a las que se refiere Juan Pablo II: la fe y la razón (la revelación y la filosofía).

Y la revelación entendida no como un depósito acabado de contenidos, sino como la maravillosa Vida Eterna de Dios que a cada instante sigue revelándose al hombre, no sólo en el acto puro de hacer teología, sino al entrar en íntima comunión con el Logos, en oración, en amorosa sujeción a Su Verdad, la cual nos permite volar en libertad por los cielos de la creatividad.


LA POSESIÓN HISTRIÓNICA Y EL LOGOFLUJO

El logoflujo se manifiesta en el actor y en la actriz como una posesión histriónica.

Cuenta el actor Alejandro Tomassi que uno de sus maestros fue Juan José Gurrola. Lo recuerda por todos los consejos y tips que le dio a nivel actoral.  Cuenta que alguna vez le dijo que no se preocupara, que dejara que el personaje llegara a él.

Eso es, exactamente, lo que implica abrirse a la acción del logoflujo, permitir que el personaje llegue a uno, se posesione de ti, y tú dejar dócilmente que te use como instrumento de expresión.


Por supuesto, esta entrega al personaje no debe ser absoluta. El actor o la actriz debe ejercer una cierta tensión que le permita modular, dosificar, corregir, ajustar al personaje. Ese equilibrio entre la acogida del logoflujo y la aportación técnica y artística del actor o actriz al personaje, constituyen el fundamento del método actoral que promuevo como director.


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NOTAS:
[1]: Fe-razón: Palabra compuesta acuñada por el autor para dar entender una certeza que, sin poder conocerse ni comprobarse mediante métodos científicos, no obstante se cree cierta a la luz de la fe, y con ello le basta a la mente humana, sometida a su Creador, para otorgarle un nivel de certeza superior a las razones simples.

[2]: "La Sexta Dimensión", ensayo de Javier Ortiz Tirado Kelly publicado en este mismo blog; y originalmente en la revista Istmo 207 de julio-agosto de 1993.

[3]: La aclaración de las diferencias entre el Psicoflujo y el Logoflujo, las hace Oteka en su libro "Alegorías de la Ciega y el Sordomudo", que es el postguión de su película homónima, dirigida por Oteka; y co-escrita y editada por Oteka y Sergio Román Armendáriz. Esta es la aclaración publicada:

El Psicoflujo es un término que Oteka emplea para referirse al dictado que recibe de su psique, en forma consciente e inconsciente, y que él transcribe al papel o a la película, en un proceso de autodescubrimiento gradual, que manteniendo el misterio de aquello que no logra revelársele de momento y por completo, lo llena de asombro y lo eleva a niveles máximos de éxtasis creativo. Éste es el proceso que mueve a Oteka, en forma predominante, durante esta joven etapa de su vida artística y estudiantil. En términos junguianos (*), Oteka incesantemente busca a su ánima. Tal es el caso de este filme simbolista, donde la Ciega (ánima de Oteka) y el Sordomudo (ánimus del ánima de Oteka), van descubriéndose y revelándose hasta lograr la superación de los traumas y la integración en una dualidad que se complementa y se comunica con plena armonía… a semejanza de la imagen y el sonido en el cine que, de este modo, como un espejo que se refleja a sí mismo hasta el infinito, produce por él y para él un homenaje de alcance mítico al cielo y al infierno que la pantalla revela.

Años después, Oteka descubrirá el Logoflujo, proceso en el que se somete, como instrumento, al dictado del Logos, el Verbo, la Palabra que está sobre toda palabra… Oteka desarrolla ampliamente estos términos en su Metafílmica, que es su manifiesto cinematográfico.

[Oteka descubrió, a partir de las pesadillas que tenía cuando era niño, que el Demonio pretende filtrarle mensajes, aun en contra de su voluntad. A este proceso, Oteka lo ha denominado Demoflujo, con el cual ha aprendido a coexistir y, hasta donde le ha sido posible, a denunciarlo y combatirlo].

(*) (JUNG, Carl Gustav , ha ejercido influencia en Oteka por medio de las teorías acerca del Arquetipo, el Inconsciente Colectivo y los Sueños.)