miércoles, 6 de octubre de 2010

METAFÍLMICA DE OTEKA (4) - Cortometraje desde el interior de una lágrima de Dios

por Javier OTK

El maestro de Metafílmica proyecta a Brigitte otra película que comienza en las alturas. Nubes oscurecidas por el azul profundo de una luz que refleja la luna llena, son envueltas por un fondo musical que conecta con el misterio. La cámara desciende, atraviesa las nubes y liga con otra visión de las alturas, en el Huerto de los Olivos, cuando en la noche oscura el sudor y el temblor extremos se apoderan de la naturaleza humana de Jesús que suplica: “Padre, si es posible aparta de mí esta copa… pero hágase tu voluntad… no la mía”.

Corte a:

Hacia el final de la película, una gota desciende desde las alturas, presintiendo que presenciará el momento más terrible de la historia.

El maestro de Metafílmica:

— Es el instante en que, para algunos, todo parece llegar a su fin; pero, para otros, el punto donde la Vida está por iniciar. Es el punto crucial que se vive en el inconmensurable dolor que experimenta el Hijo al exclamar a su Padre: “¿Por qué… por qué me has abandonado?”

Corte a:

La cámara sigue a la gota durante su caída, profetizando que será aplastante, como sangre cayendo sobre la tierra árida de un monte a punto de ser testigo de la más cruel matanza. Sangre inocente de la Víctima también ha comenzado a derramarse sobre el árido testigo, como tantos otros en el mundo que continúan impávidos ante el inagotable gemido del Hijo en abandono.

El maestro de Metafílmica:

— Es la escena que más artistas han pintado. Desde abajo, como Tintoretto; desde arriba, como Dalí, y desde el plano astral que dominan los ángeles, como Germán Novoa [1]. Es el instante plasmado que siempre parece que está por venir, pues aún con la consumación de su sacrificio, y con la fe en Su resurrección, la humanidad creyente no logra mitigar su creciente pena.

Corte a:

Brigitte imagina que la cámara penetra el corazón humano para revelarle que su mayor debilidad es su ventrículo penitente.

Brigitte:

— ¿Cómo no penar, si las imágenes de los artistas siguen insistiendo en desgarrar al corazón, eternizando la aflicción?

Corte a:

La cámara vuelve a su caída libre. Allá abajo, las tres cruces. La del centro, con el Hijo cuyo grito sigue increpando a la eternidad: “¿Por queeé?”

Brigitte:

— Es terrible lo que nos hacen los artistas… que nos sigan haciendo padecer así.

Corte a:

La cámara, por fin, ve caer la gota sobre la tierra árida del monte. Brigitte y su maestro pueden ver, en el clímax de su caída, su reventar al pie de la Cruz.

El maestro de Metafílmica:

— En este caso, querida Brigitte, el artista ha querido ofrecernos una visión distinta, complementaria a la del Hijo que se duele por el abandono de su Padre. La audacia de Mel Gibson, realizador de La Pasión de Cristo, sin duda un arte de la Metafílmica, lo ha dispuesto a seguir la caída de la gota desde el Cielo hasta la Tierra. Pero la imagen resulta aún más estremecedora cuando se nos revela que no es una simple gota la que está cayendo, sino una lágrima, ¡sí, una lágrima que derrama el Padre!

Corte a:

Por fin, una lágrima brota de los tiernos ojos verdes de Brigitte.

El maestro a Brigitte:

— La cámara de Gibson enfatiza el momento cuando Jesús agonizante, cubierto por innumerables marcas de sangre, en una lucha entre la divina comprensión del acontecimiento y la pena de un hijito atormentado por el dolor, voltea hacia lo alto para preguntar a su Padre: “Dios mío… Dios mío… por qué me has abandonado?” Ante el abrumador silencio del Padre, Jesús –exhausto- inclina su cabeza y alcanza a ver a su Madre acompañada por Juan. Ve también a los soldados que con miedo reverencial aguardan el fin. El Hijo exclama: “Todo está cumplido”. Mira a su madre y, después de aspirar todo el aire que puede, logra recuperar fuerza para volver de nuevo su cabeza hacia lo alto. Sin asumir la perspectiva única de Dios (porque Gibson le guarda profundo respeto); pero sí desde un punto de vista cercano al Padre, vemos el rostro del Hijo que, más que maquillado, ha sido dibujado sobre la propia piel del actor, en una perfecta síntesis de las infinitas connotaciones que expresa en ese momento cuando se ofrece: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Y, al exhalar su último aliento, la visión del Padre desde las alturas, se humedece, se nubla y hace brotar la lágrima más plenamente comunicadora de la historia de la Metafílmica.

Alguna vez imaginé esa escena desde un punto de vista subjetivo. No sé por qué, en vez de mirar la escena tal como está filmada, creí verla todo el tiempo como si Gibson hubiese dejado su cámara dentro de aquella lágrima del Padre, mostrándonos desde el interior, Su dolor extendido a lo largo de esa infinita caída, aproximándonos -por un lado- al rasgo más amoroso del Padre y -por otro- al colosal temor que Su lágrima reventando provoca en aquellos que atentaron y, aún hoy, siguen contraconspirando en contra de su amado Hijo.

Disolvencia a:

La cámara de la Metafílmica continuará su viaje… cuando la conspiración la cargue con otro rollo.


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NOTA:

[1]: Germán Novoa Palacios, pintor mexicano que creen extranjero en México, y mexicano en el extranjero, nacido al comenzar el siglo XX, creador de la escuela ideológica de pintura clásica moderna. Su pintura titulada “La Crucifixión” forma parte de su serie “La Historia del Hombre”.



Jim Caviezel, como Jesús en 'La Pasión de Cristo'.
Un actor en clave metafílmica.

 

AVANZA A:

(5) Cortometraje al interior de las tres Personas de un solo Dios