miércoles, 6 de octubre de 2010

METAFÍLMICA DE OTEKA (7) - Cortometraje de "La Belleza es gratis”

por Javier OTK

El maestro de Metafílmica respondió a la carta de Brigitte:

Querida mía:

Tu posdata sugiere el título y el tema de esa película que tanto has buscado realizar: "La Belleza es gratis". Pero el tema no se desarrollaría en base a cualquier concepción de la belleza, sino en la Belleza que salva.

Dios, el Logos, el Verbo, la Palabra, es la Belleza que siempre ha existido, que encarnó en Jesús el Cristo, murió y resucitó para salvarnos. Él es la Belleza que salva, fundamento de la estética metafílmica.

Corte a:

Los verdes ojos de Brigitte se abren al máximo para dejarnos ver lo que está pensando. Le encanta que Jesús sea “Él” y, al mismo tiempo, sea “La”… La Belleza que salva… Después de todo —reflexiona— el tema de los géneros parece que se nos sigue imponiendo mediáticamente como un conflicto artificial… como una trampa del eterno machismo y que hoy exacerba, para invertir el beneficio, el feminismo ramplón… el racionalismo fundamentalista…

Corte a:

Las olas embravecidas de ese océano que son los ojos verdes de Brigitte, vuelven a su estado de serenidad. Puede así concentrarse de nuevo en la lectura de la carta de su maestro:

Para dimensionar la magnitud de La Belleza que salva, se me ha ocurrido un ejercicio: el de sustituir, en el prólogo del Evangelio según San Juan, la noción de "Verbo" o de "Logos", por el de "Belleza":

“En el principio existía (la Palabra) la Belleza y la (Palabra) Belleza estaba con Dios, y la (Palabra) Belleza era Dios.

Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.

Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz.

La (Palabra) Belleza era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.

En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; el cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios.

Y la (Palabra) Belleza se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad”.

¿Te das cuenta, Brigitte, de las implicaciones que tiene el hecho de aplicar la palabra Belleza en vez de la palabra Verbo, Logos o Palabra?

Corte a:

Las olas vuelven a elevar sus crestas en el verde de los ojos de Brigitte. Se advierte su triunfo de concentración cuando, sin dejar de leer, en el verde se apacigua su océano interior.

Voz en off de Oteka:

Lo que busco, Brigitte, es reenfocar lo que, en perjuicio de San Juan y del Evangelio, ha hecho la asociación del logos con el gnosticismo y el racionalismo, al grado de haber penetrado y adulterado varias de las posturas teológicas hasta nuestros días. Y, por otro lado, dar énfasis a la Belleza que, como la Palabra creadora, se asocia a la Verdad en una gama muy amplia de signos, lógicos e ilógicos, inteligibles y sensibles, visuales, auditivos, táctiles, olfativos y degustativos… Dios se comunica de modos infinitos, pero el concepto del logos, que San Juan tomó prestado de los griegos, a pesar de que lo vació de sus connotaciones paganas y lo dotó de la semántica sagrada del Verbo, no obstante, sigue asociándose a la gnosis, al racionalismo y a las mentalidades doctas que no suelen alcanzar lo que ven y sienten los sencillos y pobres de espíritu. Porque, cuando se manifiesta la Belleza, es captada por el espíritu en forma más cercana a su realidad, como una sinfonía que armoniza todas las facetas del Bien y la Verdad.

Todavía hay muchos que piensan que el cristianismo es una estructura de conocimientos filosóficos y teológicos que requiere de gran preparación y cultura para poderlos procesar con la computadora mental. A los sencillos, la Verdad de Dios se les manifiesta en el asombro por la Belleza… la Belleza que es gratis.

Bien-Verdad-Belleza son inseparables. No puede haber un bien que no sea verdadero y bello, como una verdad que no sea buena y bella, o una belleza que no sea buena y verdadera. No puede haber una mentira bella… aunque sí existen muchos intentos por darle a la mentira una apariencia de belleza. Esos artífices de la mentira, que abundan en el mundillo de la mercadotecnia, por más que se afanan, sólo son capaces de crear máscaras, envoltorios, contenedores cuya naturaleza no corresponde a sus contenidos. En cambio, cuando uno explora el interior de las cosas bellas, como por ejemplo tus verdes ojos, mi querida Brigitte, uno descubre que su interior concuerda con su exterior: en ellos hay bondad, verdad y belleza.

La belleza, entonces, no es un puro contenedor, o una simple forma que se cuelga o envuelve a un contenido. La belleza no es un adjetivo que, al añadirlo a un sujeto u objeto, lo califica; o algo así como un cosmético que se sobrepone a un cutis maltratado...

La belleza es el valor o cualidad esencial de los seres y las cosas capaces de transparentar —sensible y/o inteligiblemente— el bien y la verdad que hay en ellos.

De este modo, lo que resplandece no es la belleza en sí, sino que, gracias a ésta, el que resplandece es el ser (o la cosa), dotado de bien, verdad y belleza.

El cine de la metafílmica será bello, por tanto, si es capaz de transparentar el bien y la verdad que hay en él. El anti-cine será el que esté inspirado en la maldad y la mentira y, consecuentemente, jamás podrá ser bello, aunque lo aparente.

La Belleza no deja de soplar… y los artistas podemos alimentamos de ese Soplo maravilloso... ¡que es gratis!

Disolvencia a:

La cámara de la Metafílmica continuará su viaje… cuando la conspiración la cargue con otro rollo.


AVANZA A:

(8) Cortometraje de “La Belleza es gratis” – parte II